miércoles, 17 de junio de 2015

NOCHE MÁGICA: 5 AÑOS. Primera parte. Historia con fotos.

Con el pasar del tiempo fui creciendo. Vi a mis padres creer en mí. Vi a mis amigos partir pero también vi a muchos de ellos estar a mi lado. Vi a mis profesores, apoyarme cada día. Las vivencias las fui guardando, de los errores fui aprendiendo y de las experiencias fui creciendo... y una de ellas quiero ahora contaros:

Cuando tenía 5 años, antes de que la noche mágica llegara, vi a mi padre reír con un brillo en sus ojos. Mi madre dándome su beso soñador dejó atrás mis nervios y me acercó a un nuevo mundo. Estaba con todos mis amigos de infantil: Los piratas, los duendes y los indios.  Sería una noche especial. Sería una noche mágica. Mi primera noche fuera del cobijo de ellos. Pero no me importaba, habíamos estado esperando mucho tiempo. Y ahora estaba allí. Con un saco de dormir más grande que yo. Un saco de dormir con el que cobijar y calentar mis sueños, y ahora mis recuerdos.









Cuando entré en ese mundo mágico, nos esperaban nuestras profes. Eran princesas en un castillo.










Un castillo gigantesco con caballeros que nos protegerían.









Dejaba atrás la puerta del castillo y me puse a descubrir como detective en compañía de mis amigos y amigas. Dejé mi mochila cargada de ilusión, risas, nervios y luz. Esa luz que me guiaría en una noche mágica. Una noche que aún no había llegado. Miraba y entre multitud de papás llenos de cámaras, mis padres estaban conmigo dándome las buenas noches y protegiéndome. Preparándome para entrar en aquel mundo mágico de Piratas, Duendes e Indios les dije un "hasta luego".


Me lo iba a pasar genial, lo sabía. Y así fue.  Miraba a todos los sitios y a todas las partes. Mi barco pirata había llegado a tierra de indios y duendes.






Dejaría descansar mi mejor tesoro. Por un momento sería un pirata escondido, amigo de los indios y de los duendes.



Antes de que el sol diera su último haz de luz verde, la música, el baile y los juegos fueron dueños de nuestros pequeños cuerpos. Saltamos, cantamos y descubrimos como en la sencillez de cada día está la mejor sonrisa. Parecía que el tiempo volaba y yo con él.
























Así el sol se despidió y llegó la luna y las estrellas. El azul desapareció y llegó la luz de nuestros corazones en la noche. Cogimos nuestras linternas y nos dispusimos, una vez más a soñar.

El doctor Bacterio con su amiga Rigoberta nos recibieron a todos y todas. Con su locura olvidó dónde estaba uno de sus experimentos: un cofre lleno de monedas de oro.


Y así fue como fuimos en busca de nuestra segunda aventura. Lo que siempre fue nuestro patio de Infantil se convirtió en una aventura loca, llena de misterios en busca del cofre con las monedas de oro. Tras buscar, pensar, jugar e imaginar conseguimos encontrar el cofre del tesoro. Un cofre que al abrir, iluminaba nuestros corazones... y nuestro estómago. Pudimos coger un doblón y un billete de oro... y de chocolate.

El tiempo avanzaba nuevamente. Pasaba tan rápido que, ahora como adulto, me doy cuenta de lo importante que es vivir cada momento. De sonreír. Y así, en cada momento, en cada segundo, tumbado y dentro de mi saco de dormir veía aquel barco, aquella tienda de indios, aquel inmenso árbol. Habíamos dejado atrás el castillo... Aquel mundo de imaginación que gracias a los papás y mamás pudo hacerse también posible.




Viajé toda la noche, por aquel mundo mágico. Me acurruqué en el calor de aquel saco de dormir. Mis profes estaban conmigo y mis papás me abrigaron.


Oía toser, oía roncar, oía hablar, y así poco a poco las luces se fueron apagando, La música se fue desvaneciendo y yo con ella. El cansancio pudo a mis nervios y allí caí.


No recuerdo más hasta que el ruido de mis amigos me volvió a despertar.

No sé a que hora me fui a dormir pero supongo que era tarde. No sé a que hora me desperté pero sé que era pronto, pues el sol no había despegado toda su fuerza. Como nosotros estaba aún adormilado.
La noche pasó y allí estaban los profes y aquellos inmensos y preciosos paneles que hoy recuerda mi corazón. Aquel barco pirata con el que navegar por nuevos mundos. Aquel hermoso paisaje de indios con el que darme fuerza y valentía y aquel mundo de duendes y hadas con el que siempre vivir mi imaginación y mi fantasía. Por no olvidar mi mundo de niño, protegido por mis padres y adorado por mis profes.

Tuvimos que vestirnos, recoger. Mis papás vendrían a buscarme y la sorpresa que quería darles era gigantesca. Subidos en el escenario contamos lo que hasta ese momento, en esos tres maravillosos años había vivido. La poesía inundó el sonido y mi sonrisa mientras miraba a mis papás hizo amanecer, una vez más, mi felicidad.

Pero el tiempo pasaba muy deprisa. Yo no quiero que pase tan deprisa. Pero así fue. Pasaba mientras veíamos como el tiempo me enseñaba... como el tiempo me cuidaba en tres años. Y así, ahora ya con seis años, miraba atrás y me veía crecer. Tres años después pero con el mismo corazón.

Un corazón, ahora hambriento, pues no habíamos desayunado. Tras esperar, y esperar allí estábamos, comiéndonos los churros y bebiendo el chocolate . Yo no dejaba de mirar y mirar. ¿Iba aquello ya a acabar?
Aquella noche pasó. La mañana llegó, y entre recuerdos y recuerdos, regalos y regalos vimos como aquel castillo quedaba en un rincón.

Aquel castillo, quedó siempre congelado en mi corazón. Aquella noche quedó siempre en mi recuerdo. y ahora cuando miro atrás me acuerdo de ti mamá. Me acuerdo de ti papá. Me acuerdo de ti Marilo, Patricia y Sara.
El tiempo pasará pero en mi memoria esta noche quedará. Detrás de ella una etapa preciosa ondeará mis recuerdos. Aquellos los cual podré siempre contar como parte de la historia de mi vida.
Gracias mamá por proteger mis sueños.
Gracias papá por cobijar mis ilusiones.
Gracias profes por envolver estos sentimientos.

La noche mágica fue el inicio de muchas, muchas más.

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Gracias a mamás y papás por hacer este "juego" una realidad para las memorias y el aprendizaje de vuestros hijos.
Infantil quedará en sus corazones mientras se abre la puerta a otras etapas educativas.



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